Encrucijada en la que
convergen cuatro emblemáticas vías de la ciudad: Ancha, Lealas, Ponce y
Porvera. Lugar donde se levantó el tramo
más alto de las poderosas murallas que envolvieron la vieja medina almohade de
la ciudad, con su fuete torre octógona que protegía el ángulo norte de este muro defensivo, hoy casi cubierta por
las edificaciones de su entorno. Calle Ancha, que también se llamó hasta 1979
Canalejas, en recuerdo del que fuera presidente del gobierno español entre 1910
y 1912 y que fuera asesinado por un anarquista en noviembre de 1912 mientras
miraba el escaparate de una librería.
Calle Ancha donde hasta
la llegada de la década de los 70 veíamos la pintoresca estampa del paso de un
tren cargado de botas de vino, arrastrado por la popular “maquinilla”. Tren
bodeguero que, sin ningún recato, paraba con todos sus vagones en esta calle,
mientras su maquinista tomaba café o copa en un bar de esta calle
Al
frente, la calle de las Lealas, que un día estuviese dedicada al prestigioso
General jerezano del XIX, Sánchez Mira que tan destacado papel jugara en la Revolución de 1868 que
destronó a Isabel II. A mediados de la calle, en la esquina con la de San
Francisco Javier, una casa con una hornacina donde las hermosas hijas de un tal
Sr. Leal se encargaban cada día poner flores a la cruz allí colocada. Al final
de la calle terminaba la ciudad.
Pero
volvamos al cruce de la
Victoria, de donde parte la calle Ponce, y que recuerda al
jurado Pedro Ponce de Trujillo. Recreémonos en la graciosa torre manierista del antiguo convento de los Mínimos, que en el
siglo XVII levantara el alarife jerezano Antón Martín Calafate. Justo al
frente, esquina donde hoy se alza un moderno edificio de viviendas, el
recordado empresario del Villamarta, Francisco Riba Gabaldá, levantó a
principios de los años 60 una moderna sala cinematográfica, que tomó como
nombre de su apellido: “Cine Riba”. Una sala en la que, durante la época de la Transición, pudimos ver
muchas de las películas que nos estuvieron vedadas en tiempos de la dictadura,
al transformarse ésta en “Sala de Arte y Ensayo”. Pero el paso del tiempo, y
con ello el cambio de hábitos, hizo que aquel magnífico cine fuera languideciendo,
hasta cerrar sus puertas a mediados de los 80, siendo convertido posteriormente
en una de las mejores discotecas de la provincia, la “Only Night”, que tampoco
pervivió muchos años y terminó por cerrar, siendo derribado el edificio.
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