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Jerez de la Frontera, Cádiz, Spain

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En esta página encontrarás evocadoras fotografías antiguas procedentes de mi archivo particular, así como otras actuales de las que soy autor. También vídeos, artículos, curiosidades y otros trabajos relacionados con la historia de Jerez de la Frontera (Spain), e información sobre los libros que hasta ahora tengo editados.

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Paisaje de antaño


Cuán lejos quedaron aquellas bucólicas imágenes de nuestra Alcubilla representadas en los grabados del siglo XIX mostrándonos un paisaje estético y evocador de nuestro viejo Jerez. El paso inexorable del tiempo y el crecimiento de nuestra ciudad fueron paulatinamente transformando su paisaje rural en urbano. Aquel panorama de tiempos pasados que, con la Ermita de Guía en primer plano, dejaba ver el sur de nuestra ciudad con sus murallas intactas para al cabo de pocos años ofrecernos la visión de unas magníficas bodegas construidas en los cerros de extramuros, mostrando al viajero la mejor  carta de presentación tal es nuestra historia y nuestra industria vinícola.

Alfareros de Cuatro Caminos
            En nuestros recuerdos del pasado quedó, aquella  alfarería de Cuatro Caminos a la que los niños íbamos a pedir un poco de arcilla para modelar, cuando aún no se había inventado la plastilina, y que su propietario nos regalaba amablemente. ¡Qué admiración! ver cómo aquel alfarero dando con los pies a una mesita redonda de madera  hacía girar sobre su eje una pequeña plataforma que vueltas endiabladas, mientras con sus manos daban forma  a todo tipo de cacharros. Botijos, macetas, lebrillos, cántaros y pucheros salían como por arte de magia de aquellas manos artesanales que, una vez secados al sol y cocidos en un horno de leña o carbón, eran vendidos para almacenar agua fresca, adornar patios con geranios y claveles o hacer un ajo o un potaje sobre el anafe de carbón.     
      
Justo al lado y en los inicios de la carretera a Sanlúcar y Rota, la “Ladrillería Jerezana” de Miguel Martín, donde nos quedábamos embobados al ver cómo de una máquina iban saliendo a presión como por arte de magia los ladrillos huecos llamados de “gafa” que luego, una vez secados serían cocidos en unos hornos cuyo combustible era el residuo seco resultante de la pisa de la uva de nuestra vendimia o el orujo también seco de los molinos de aceite, ambos eran magníficas fuentes de energía de bajo coste y alto poder calorífico que sustituían con ventaja a los combustibles actuales, biomasa que se denomina actualmente.

 Un poco más abajo en dirección al Portal, al pie de las tierras del Agrimensor, otro tejar mucho más primitivo. Allí se fabricaban ladrillos de los llamados toscos con los que se hacían los pilares de las construcciones de la época. En medio del campo y al aire libre con un molde de madera para dos ladrillos, el operario lo ponía en el suelo, lo rellenaba de arcilla, alisaba y quitaba el molde. De esa sencilla manera quedaban listos para que los rayos del sol y el viento los secara antes de cocerlos en el horno.

Hoy, quizás como testimonio de que aquella industria alfarera existió en Cuatro Caminos, una bien surtida tienda de cerámica todavía nos ofrece en la Glorieta del Consejo de Europa macetas, botijos, cántaros, tinajas, macetas y lebrillos, aunque ahora fabricados en otros lugares.

         Mencionemos también el eterno surtidor de gasolina que aún subsiste, uno de los pocos que sigue dando servicio desde la primera mitad del pasado siglo XX. La diferencia es que entonces para despachar aquel combustible de bajo octanaje había que hacerlo dando vueltas a una manivela que elevaba la gasolina desde un depósito subterráneo a unos vasos de cristal a la vista del cliente, fieles notarios éstos de que un litro era un litro, y de ahí al depósito del viejo coche o camión.

El tren de Sanlúcar
            La vía del llamado tren de Sanlúcar atravesaba este paraje desde la Estación hasta el apeadero existente en el lugar donde hoy se encuentra la glorieta dedicada al Consejo de Europa. ¡Cuánta gente veíamos allí los domingos veraniegos para viajar en ese tren hasta donde el Guadalquivir se torna mar y disfrutar, oh maravilla, de un día de playa!. Cinco o seis vagones de madera arrastrados penosamente por una pequeña locomotora de vapor que atravesaba resoplando los verdes viñedos de nuestra comarca, permitiendo a algunos de los viajeros bajarse en marcha desde el primer vagón, coger un racimo de uvas y volverse a montar en el de cola. Un tren al que llamaban la Carreta y que tardaba más de una hora en recorrer los veinticinco kilómetros de su recorrido, posiblemente era el tren más lento de toda España. Una línea férrea que fue inaugurada el 30 de agosto de 1877 y clausurada definitivamente en octubre de 1965 tras 88 años de servicio.

            No podemos olvidar aquella venta de Cuatro Caminos que regentara el padre del célebre restaurador Alfonso Rodríguez, dando la bienvenida al viajero para saciar hambre y sed. Auténtica y tradicional venta que muchas veces fuera escenario de las mejores juergas flamencas que se hayan conocido en Jerez. Con el paso del tiempo se modernizó transformándose en un magnífico restaurante y salón de celebraciones donde tantos y tantos jerezanos celebraron sus bodas, y donde algunos domingos tenían lugar bailes amenizados con orquesta, quizá el único baile público que había en el Jerez de los sesenta.

La Ermita de Guía
            Todo un mundo de recuerdos y sensaciones de antaño de los que ya únicamente queda nuestra vieja y entrañable Ermita de Guía. Cuenta la historia que ya desde tiempos anteriores a la dominación musulmana existía a las afueras de Jerez una Casa de Guía camino de Cádiz en el sitio donde entra la marisma de la Mesa, llamada Laguna del Rey, en la que vivía un ermitaño, y que cuando Alfonso X conquistó Jerez en 1264 el estado de la misma era ruinoso, por lo que en 1285 se terminó una nueva.

Aunque popularmente es conocida como Ermita de Guía, esta denominación es errónea, ya que la misma fue derribada a mediados del siglo XVII, levantándose la actual en 1675 con el nombre de Capilla de San Isidro de donde salía todos los 15 de mayo una alegre romería con la que los agricultores homenajeaban a su santo patrón. En 1861 fue vendida a un particular conociendo desde entonces diversos usos tales como fábrica de aguardientes, establo, cuadra, etc. En 1930 fue adquirida por el marqués de Torresoto, haciéndole obras de reparación con la intención de abrirla de nuevo al culto, cosa que no llegó a ocurrir, ya que poco tiempo después se abrió en la misma un colegio para niños costeado por la bodega de González Byass. Diez años después desapareció el colegio y sirvió de almacén a la bodega.

Justo a su lado se instaló una de las seis fábricas de harina que existieron en Jerez a mediados del siglo XX, ésta denominada Asta Regia. Con la llegada de los años sesenta del pasado siglo llegó la nada. Allí permaneció la ermita sola, aislada y abandonada sirviendo de cuadra para los animales y soñando por verse un día restaurada y rodeada de hermosos jardines que embellecieran su entorno. En 1997 el Ayuntamiento la cedió a la Hermandad del Perdón para su sede canónica. Quince años después su entorno fue devorado por la sombra del mal llamado progreso. Así, un gigantesco bloque de hormigón nacido del mal corazón, de la falta de sensibilidad, de la ignorancia de unos, de la indolencia de otros, o acaso del afán especulativo surgió como un fantasma y la cubrió con su sombra. Ahora aparece como mucho más diminuta, igual que un pajarillo a los pies de un gran elefante.

La vieja fuente
A su lado, la bella y vieja fuente que llamaron “alcobillas de cuatro caños” de la que emana el nombre de estos parajes. Por ella salía el agua que a los depósitos de la “alcobilla” situados bajo la ermita llegaba a través de una conducción subterránea desde los Albarizones con la que abastecer a las gentes del lugar. Dicha fuente dejó de prestar servicio como tal cuando la traída de aguas desde los manantiales de Tempul en 1868. Su estructura de piedra almohadillada con sus tres artísticos pináculos, dos leones y los escudos de España y de Jerez labrados en la piedra son testigos mudos del paso de los siglos. Aunque recientemente restaurada, parece ser que se olvidaron reconstruir su pilón así como instalar un circuito cerrado como a cualquier otra fuente urbana para que de sus caños volviese a manar el agua. 

Publicado en mi sección "Jerez en el recuerdo" de Diario de Jerez el 23/2/2015