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Jerez de la Frontera, Cádiz, Spain

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En esta página encontrarás evocadoras fotografías antiguas procedentes de mi archivo particular, así como otras actuales de las que soy autor. También vídeos, artículos, curiosidades y otros trabajos relacionados con la historia de Jerez de la Frontera (Spain), e información sobre los libros que hasta ahora tengo editados.

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Asomado a mi balcón en Semana Santa



           
Llegó la primavera y con ella la Semana Santa. Semana Mayor, unos días en los que cada año, como desde hace siglos, Jerez se viste de fiesta, fiesta sagrada y solemne para rememorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Túnicas, capirotes, espartos, zapatillas, cíngulos, chaquetas y mantillas salen de los armarios en los que han estado adormecidos entre aromas de alcanfores. El olor de las torrijas, los roscos y las canelas del arroz con leche bañan el aire jerezano hasta ahora aromado por la fragancia de sus mostos.
            Y es que hasta los naranjos de sus calles parecen querer colaborar en el esplendor de esta Semana Mayor estallando en azahares, como si quisieran perfumar junto con los inciensos el paso de las Dolorosas que a través de las calles jerezanas seguirán el camino del Nazareno en su Pasión. En los barrios de San Miguel, Santiago, San Pedro o la Plazuela una cruz de espejo y guía abre las viejas puertas de los templos para que los Cristos y las Vírgenes sobre canastillas de oro o bajo bordados palios sean por unas horas peregrinos sagrarios a hombros de sus hermanos costaleros.
            Las calles cargadas de historia serán testigos de ese milagro que se repite cada año en primavera. Plazas que como las de Cristina, Asunción o Rivero serán bellos escenarios para la representación del drama de la pasión en versión jerezana. En esas y otras plazas, así como en el dédalo de calles del viejo Jerez  veremos desfilar las más señeras cofradías junto a un pueblo arremolinado en torno a sus cortejos penitenciales, envueltos por la magia de una saeta, una marcha o el sonido de trompetas y tambores.
            ¡Que alegría bulliciosa la de esos niños lasalianos que con sus palmas y hosannas acompañan el Domingo de Ramos a un Jesús triunfante subido en su pollino!. El Lunes Santo quedaremos embriagados por ese grupo escultórico que el sanroqueño Ortega Brú realizara para la Hermandad de la Cena, que en la cercana parroquia alfonsí de San Marcos fuese fundada en la única noche que nevó en Jerez en todo el siglo XX. Al día siguiente, el Cristo cartujano de la Defensión que un día abandonara las orillas del Guadalete para venirse a vivir al convento de los Capuchinos nos inflamará el alma de emoción.
El miércoles desde el mismísimo corazón del viejo Jerez y con un sobrecogedor silencio, solamente roto por el rezo del Santo Rosario, el Señor de la Tres Caídas, talla salida de la gubia de aquel escultor de origen valenciano llamado Ramón Chaveli, arrastrará tras de si a multitudes fervorosas.
            Un breve descanso, una copa en amena conversación con amigos o familia nos hará reponer fuerzas y así preparar nuestro espíritu para contemplar la más bella imagen que imaginarse pueda: la del Nuestro Padre Jesús del Prendimiento que, precedida por cientos de nazarenos de rojos capirotes y albas túnicas, se detendrá ante una hermosa casa, antaño hogar del famoso ganadero Juan Pedro Domecq, hoy bellísimo hotel, y tendremos a Jesús al alcance de nuestra mano para embriagarnos con su mirada; mientras la saeta, gitano nudo en devota plegaria, rasgará el aire de toda la plaza Rivero bajo la mirada atenta del bronce de aquel gran alcalde que fuera don Rafael Rivero de la Tijera. Al alargar un poco la mirada en dirección a Plateros, unas todavía tenues luces del paso de  Nuestra Señora del Desamparo aparecerá y se irá acercando lenta y solemnemente por la estrecha calleja de los torneros. Palio, varales, bambalinas, manto, candelabros y cirios, en perfecta conjunción armónica, dirán sin palabras que a los andaluces todo nos parece poco para ataviar y alegrar a María en su más grande Desamparo a causa del Prendimiento del hijo.
            Bullicio y jolgorio familiar, sana alegría y tertulia. Que palcos sí o palcos no, la nueva carrera oficial es demasiado larga, yo prefiero como antes. Que si los estrenos, que donde nos vemos mañana para los Santos Oficios, que si el tiempo puñetero, que si lloverá o no lloverá. “Media de Tío Pepe, una de gallo, otra de chocos y media de jamón”, y así el discurrir de otro de los días grandes de nuestra Semana Mayor.
            Y llegó el Jueves Santo. Santos Oficios en San Marcos, Santo Domingo o San Miguel, café en calle Larga antes de emprender la tradicional visita a los Sagrarios. San Marcos, Las Mínimas, Reparadoras, Hermanas de la Cruz, Santa María de Gracia, Clarisas. “Bendito sea Jesús Sacramentado” “sea por siempre bendito y alabado” repetidos con voz queda una y otra vez tras cada Padre Nuestro.
          
  Ya se acerca desde el Carmen el cortejo de la silenciosa Lanzada, detrás el Ecce Homo y su Mayor Dolor de san Dionisio, con el omnipresente recuerdo de aquel inolvidable cura Bellido que supo imprimirle la misma fuerza que él puso durante los años sesenta para la restauración de su templo. Ya de retorno a San Juan, el de los Caballeros, la Veracruz, seguida de aquella Santa María de las Lágrimas, otrora objeto de devociones multitudinarias como copatrona de Jerez y que en la calle Medina tuvo capilla hace casi dos siglos.
   ¡Que viene el Cristo, el Cristo! ¿Qué Cristo? el de la capilla marinera de San Telmo, el de la Expiración, el de los gitanos, es Viernes Santo. ¡Que figura, que hermosura, que grandeza! De allí viene, desde la Hoyanca, desde las tierras del maestro Fuentes y las de Bernardó hasta la Plazuela, por una calle del Sol donde se embriagará de saetas y piropos. Sus cargadores, vistiendo túnicas plisadas y tocados egipcios, ponen el sabor diferente de un particular estilo ancestral que nunca se debió perder. Siguiendo sus pasos hasta la plaza Rivero, camina la Virgen del Valle, chiquita, morena y bonita como ella sola.
            El fúnebre cortejo del Santo Entierro pasará de vuelta a su Calvario por la calle de la Sangre, dejándonos la nostalgia de unos días vividos con intensidad y devoción; pero con la esperanza de que el domingo por la mañana veremos otra vez pasar a Jesús, aunque esta vez... ¡Aleluya, Aleluya! glorioso y triunfante. Cristo ha resucitado en Jerez ¡Aleluya!.                                                       

                                                                          Antonio Mariscal Trujillo

Sucesos del antiguo Carnaval de Jerez

         Aunque existen noticias de la celebración del Carnaval en Jerez desde el siglo XVI, no sería hasta el XIX cuando estas fiestas alcanzan mayor esplendor y arraigo popular. Pero quizá fue durante el primer tercio del pasado siglo XX cuando adquieren mayor pompa con sus concursos de carruajes y disfraces, alumbrado extraordinario en calle Larga, comparsas, estudiantinas y bailes de máscaras por doquier.

         Voy a referir algunos de los sucesos que con motivo de dichas celebraciones ocurrieron en ese tiempo en nuestra ciudad. Así por ejemplo, en 1902, circularon billetes falsos de cien pesetas, lo que lógicamente produjo multitud de alborotos cuando la gente descubría que habían sido timados. La prensa de la época se hace eco de numerosos escándalos y altercados en la vía pública, así como la negación de la Banda Municipal de Música a actuar porque no se les pagaba, y ello ante la indignación del gentío. Los historiadores Manuel Ramírez y José A. Cirera nos cuentan que en 1904 los quince componentes de la comparsa Siglo XVIII fueron a parar a la cárcel por cantar coplas pornográficas y proferir graves insultos a las autoridades. Otros hechos delictivos como los de pedir dinero a personas pudientes y respetables bajo la amenaza de ponerlos en ridículo con sus coplas también eran frecuentes.

Por otro lado, ese mismo año de 1904 un guardia municipal borracho la emprendió a garrotazo limpio en la Rotonda de los Casinos con todo aquel que pasaba por su lado, siendo detenido por sus compañeros. También nos cuentan los citados historiadores que, en 1930, un hombre apareció en la calle Gravina con una cuchillada en el vientre, falleciendo posteriormente.

Pero el caso más grave tuvo lugar el día 26 de febrero de 1933 en plena República, cuando unos desconocidos colocaron una bomba en la puerta posterior del Casino Jerezano, la que daba a la calle Honda. La fuerte detonación se pudo oír en casi todo el centro de la ciudad. Hubo seis heridos y numerosos destrozos, tanto en el propio Casino como en las casas colindantes en las que saltaron la mayoría de los cristales. Aquello pudo haber sido una auténtica masacre a no ser porque media hora antes el baile infantil había terminado y todos los chavales se habían marchado a sus casas. El último carnaval que se celebró en Jerez lo fue en 1936, cuatro meses antes de comenzar la Guerra Civil, aunque ese año pasó ya sin pena ni gloria por el gran temor de la gente a lo que pudiese ocurrir. El Carnaval no se restableció en Jerez hasta bien entrada la década de los ochenta.