“El
Corregidor Sr. D. Fernando Reinoso y Roldán, capitán de fragata retirado, manda
se observen puntualmente las siguientes advertencias durante estos días de
Semana Santa.
Se
recuerda la Real Provisión del Consejo del 20 de febrero de 1777 en el que se
prohíben los disciplinantes, empalados y otros espectáculos que puedan
contribuir a la indevoción y desorden.
Manda su señoría que los músicos instrumentales que
concurran a dichas procesiones no toquen en ningún modo marchas alegres y sí
devotas, dolorosas, piadosas y pianas acompañando solo los varios del Miserere
y el Stabat Mater.
También manda su señoría que los demandantes no pidan
limosnas con voces descompuestas sino moderadas y devotas.
Que por ningún título suban en la madrugada del Viernes
Santo al Calvario hombres y mujeres juntos rezando la Vía Sacra, pues deben
hacerlo las mujeres por la mañana y los hombres por la tarde, en la
inteligencia de que en caso de contravenir esto se les exijan cuatro ducados de
multa y se pondrán presos por 15 días.
Que no se tolere los días de Miércoles, Jueves y Viernes
Santo que dentro ni fuera de las iglesias existan rifas, porque además de ser
esto prohibido del todo, debe observarse más particularmente en dichos días,
con apercibimiento de perder todos los efectos que fuesen encontrados.
Que en la noche del Jueves y Viernes Santo cierren todas
las tabernas, mistelerías, pastelerías y bodegones, sin que por pretexto alguno
se abran. El despacho para el sostenimiento preciso del vecindario lo
ejecutarán por rejillas y ventanas hasta la hora de las nueve y no más, bajo
multa consiguiente.
Que no se pongan en dichos días en las calles y plazas
mesas de comestibles y licores ni sean vendidos por ellas. Por último, que
además de publicado por bando, serán en los barrios los cabos de la guardia
responsables de que así se cumpla”.
En aquellos tiempos salían en procesión las cofradías
de Los Dolores que a las tres de la tarde del Miércoles Santo salía del
convento de Belén. El Jueves Santo por la tarde seis eran las cofradías que
hacían estación penitencial por las calles de Jerez: San Juan Bautista del convento de San Agustín
a las cuatro de la tarde; San Pedro de la parroquia de Santiago a las tres y
media; El Dolor de la parroquia de San Dionisio a las cuatro; Las Cinco Llagas
de la parroquia de San Juan a las tres y media; Las Lágrimas del convento de la
Vera Cruz a las cuatro y el Dulce Nombre del convento de Santo Domingo también
a las cuatro.
Por
lo que respecta a la madrugada del Viernes hacían estación de penitencia la de
Nuestro Padre Jesús Nazareno del convento de San Francisco a las dos; La Piedad
desde el Calvario a las cuatro, y El Desconsuelo de la parroquia de San Mateo a
la misma hora.[1]
Ya
el Viernes Santo por la tarde desfilaban el Cristo de la Expiración que hacía su
salida a las tres; el Santo Crucifijo de San Miguel a esa misma hora y, la
Soledad una hora más tarde. Por su parte el Santo Entierro no tenía hora fija
pues anunciaba su salida “a la hora que llegue a la ciudad”.
(*)De mi libro: "Historias de la historia de Jerez"
(*)De mi libro: "Historias de la historia de Jerez"
No hay comentarios:
Publicar un comentario