¿Qué será la Navidad? Se oyen
villancicos y la tristeza del mundo enajena en el olvido.
¿Qué será la Navidad? Huele a anises y rosas transformando en alegría todo lo que toca.
¿Qué será la Navidad? Huele a anises y rosas transformando en alegría todo lo que toca.
ARTE Y TRADICIÓN DE LA NOCHEBUENA JEREZANA
Cada año
Jerez recobra su hermosa tradición en estos días que preceden a la Nochebuena. Una costumbre,
la Zambomba, que se repite cada mes de diciembre con fuerza evocadora y nos
hace revivir aquellas Nochebuenas de nuestra niñez, cuando, alrededor de una
hoguera en los viejos y entrañables patios de las casas de vecinos cantábamos al niño Dios, entre aromas
de anises y pestiños, viejas coplas y villancicos al son de zambombas, panderetas,
almirez y botella rayada de anís tañida con una cuchara en una feliz y casera
algarabía popular. Fiestas en las que los mayores de hoy no podemos por menos
que evocarlas con nostalgia. Aquellos en los que ante el aroma de pestiños
hechos en los fogones comunes de las casas de vecindad, hombres, mujeres y
niños salían al patio a probar los hechos por una u otra familia regándolos con
una copita de aguardiente. Ello desbordaba inmediatamente la alegría y los
cantos interpretados a coro. Villancicos primero, luego romances tradicionales
cuyas estrofas nada tenían que ver con la Navidad y que casi siempre continuaban con coplas
burlescas o irreverentes. Y como en muchas de las casas de vecindad de los
barrios más castizos como los de Santiago o San Miguel vivía alguna que otra
familia gitana, que aquí siempre convivimos mezclados, tanto villancicos como
coplas solían terminar en muchas ocasiones por bulerías y frecuentemente acompañados
del baile.
Para
comprender el espíritu que acompañaba estas celebraciones es preciso decir que,
en unos tiempos pretéritos en los que la mayoría de la gente vivía con la más absoluta
modestia y pocas cosas rompían la monotonía cotidiana, la matanza de un pavo,
la elaboración de pestiños o polvorones, la posesión de una botella de anís o
el montaje de un sencillo nacimiento eran todo un acontecer en esas tardes de
frío invierno, en los que el brasero
encendido con su amable y suave calor y su penetrante aroma de alhucema
contribuía a llevar un poco de gozo a aquellos modestos hogares. Y los deseos
de paz con la esperanza de un venidero tiempo mejor en la ya cercana Navidad hacían el prodigio: exaltaba la fraternidad e
invadía a todos los corazones.
Antaño estas
fiestas populares, siempre surgidas espontáneamente, comenzaban el día de la
Inmaculada y acababan la misma noche de la Nochebuena tras la misa del gallo.
Recuerdo en mi niñez cuando al salir con mis padres tras la misa del gallo, ver
a numerosos grupos de gente con zambombas y panderetas entonando villancicos
por las calles y plazas de Jerez hasta bien entrada la madrugada; quizás por
aquello de que “esta noche es Nochebuena
y no es noche de dormir”. Antes de amanecer los ecos de las zambombas
habían desaparecido y no volverían más hasta el año siguiente.
Y los patios quedaron en silencio
Con la
llegada de la década de los sesenta del pasado siglo, estas manifestaciones
populares comenzaron lentamente a languidecer e iban siendo escasos los patios
en los que se podía oír una zambomba. Recuerdo que solamente en un patio de la
Cruz Vieja y en una peña futbolística de esa misma plaza se siguieron
celebrando, quizás alguna otra, pero no lo sé. La última de esas auténticas
zambombas a la que tuve la suerte de asistir recuerdo que fue en la calle de La
Merced en una casa conocida como la del “balcón de piedra”, hoy en proceso de
restauración, en la que sus moradores quisieron ofrecerla a un antiguo vecino
que había vuelto de Alemania tras muchos años residiendo en aquel país. Los
tiempos habían cambiado y también las formas ancestrales de vida de los jerezanos.
Como por encanto habían surgido por doquier modernos bloques de viviendas a las
afueras de la ciudad y la mayoría gente se fue a vivir a ellos, quedándose
aquellos floridos patios de nuestra niñez y, por ende, la convivencia vecinal y
sus zambombas solamente en un recuerdo.
Cual ave Fenix
Tuvo que
pasar un cuarto de siglo para que un día, mágicamente, aquella “pandereta suena que no se sabe por dónde va”
volviera a sonar, y “los caminos se
hicieron con agua viento y frío” hasta el “río de Cartuja que era de vino”, no sin antes pasar por “la calle de San Francisco que es larga y
serena, que tiene cuatro faroles y bien merecía los cañones de la artillería”.
Fue la magia de unos jerezanos que rescataron aquella tradición perdida, pero
conservada en la memoria de los más viejos del lugar. Y aquellas coplas y aquel
jolgorio de antaño volvió a llenar el aire de Jerez, ahora guardados en unos
registros discográficos que editó nuestra desaparecida Caja de Ahorros, cosa
que no hubiese sido posible sin la valiosísima aportación de la Cátedra de
Flamencología, muy especialmente de su director Juan de la Plata y del célebre
guitarrista Manuel Parrilla a los que, entre otros, se les debe el rescate de
muchos de nuestros tradicionales villancicos y coplas navideñas.
No debemos
olvidar aquí la gran labor hecha en aquella época por la Asociación de
Belenistas de Jerez, que no sólo vino a potenciar y extender en nuestra ciudad
la entrañable tradición navideña de montar un nacimiento, cosa que ya estaba
siendo desplazada por la costumbre nórdica del árbol, sino que también fueron
ellos junto con las Peñas Flamencas los primeros que contribuyeron a extender
las zambombas en su nueva época.
A lo largo de
los siglos estas coplas de la
Nochebuena se vinieron transmitiendo de forma oral generación tras generación.
Salvo una recopilación que en los años treinta del pasado siglo hiciera el insigne
maestro Germán Álvarez Beigbeder, nunca fueron recogidas en registros sonoros
hasta hace algo así como veinticinco años. Como dato curioso, en los trabajos
de campo realizados por algunos investigadores, como el flamencólogo Juan de la
Plata, el recordado Manuel Parrilla antes citados, o la historiadora María
Jesús Ruiz Fernández, siempre fueron mujeres, sobre todo las de mayor edad, las
que mejor recordaban letras y canciones. Decenas fueron las coplas y
villancicos que fueron aflorando y que habían estado conservados durante siglos
en la memoria popular.
Del viejo romancero popular
Reconociendo
ser un lego en temas musicales, a mí entender nuestros cantos de Nochebuena pueden
ser divididas en dos grandes grupos, estos pueden ser: villancicos y coplas.
Entre los primeros se encuadran los propios de Jerez y los populares españoles,
muchos de estos últimos aflamencados. En el segundo grupo, no específicamente
religioso, las coplas y tonadas profanas y hasta erótico-burlescas, así como
cánticos de amor o desamor, muchos de ellos provenientes del romancero popular
español típicos de le Edad Media con sus variaciones locales que,
curiosamente, quedaron para ser cantadas sólo en las fiestas de Navidad, Este último apartado no deja de ser
extraordinariamente interesante, pues, perdidas en la noche de los tiempos aquí
se han conservado a través de los siglos.
Cuando los
viejos patios de vecinos de Jerez se iban quedando vacíos, en patios se
convirtieron las peñas flamencas, los locales de las cofradías, las
asociaciones de vecinos, los portales de comunidades, las naves bodegueras y
hasta las calles y plazuelas en las que alrededor de una hoguera se volvió a cantar
y bailar anunciando la Nochebuena. Y así
la tradición volvió, con nuevas formas, pero volvió. Patrimonio
intangible de un pueblo como el nuestro, siempre conservado en el arca de plata
de la memoria para que cada año, al comenzar el mes de diciembre, se abra cual sonoro
y colorido castillo de fuegos de artificio para inundar con sus sones el limpio
aire de Jerez. Confiemos
que el abuso, la desnaturalización o la mercantilización de nuestras zambombas
no las lleven en un futuro a una nueva desaparición.
Antonio
Mariscal Trujillo
Publicado en Diario de Jerez el 22/12/2014
SIEMPRE COMPARTIENDO EL AMOR POR LO NUESTRO. GRACIAS MAESTRO. EMILIA CAMPOS
ResponderEliminarComo perteneciente a la Asociación de Belenistas de Jerez y solista de zambomba durante 12 años en el coro Virgen de Belén de la asociación quiero agradecerte tan magnífico artículo que hoy 5 de julio he leido y disfrutado. Gracias
ResponderEliminarGracias
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